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Montse Gómez Osuna: "No hay nada que me haga dejar de trabajar"

 

La obra de Montse Gómez-Osuna puede verse como sutiles paisajes. Surgen de la intuición, con ecos leves y sugerentes de sueños, viajes y recuerdos. La pintora apenas ordena la levedad que se respira, pero nos anima a que entremos en el cuadro, en su misterio. Lola Vivas ha seleccionado en su estudio el trabajo que podemos ver en Cafebrería ad Hoc hasta el 15 de noviembre.

Me gusta la mirada de Montserrat Gómez-Osuna. Unos ojos que transmiten algo especial, una mezcla de cordialidad y curiosidad. De mente abierta. Quizá de todo lo que he leído sobre ella lo que mas me gusta es cuando la definen como “un espíritu libre”.

Nació en Balsareny, cerca de Manresa, un poco por casualidad. Estaba previsto que naciese en Madrid, pero se adelantó un mes. Sus paisajes, sus espacios, nacen de la intuición, de los mundos del sueño, el inconsciente y la memoria. Tiene su obra una cualidad no muy común en nuestra pintura. De alguna manera no exige atención al espectador. Le espera. Una seducción que invita a ver en esos espacios, terrestres, marinos, siderales. De pronto, al mirar dos obras pensé: ecos de Eugenio Granell. Y luego: Remedios Varó. No se porque me sorprendía.

Lo que tiene claro es que su trabajo es para ella como una droga: no hay nada que pueda hacerla prescindir de ello: “Es algo que necesito tanto, no hay nada que me haga dejar de trabajar”.

Al empezar la facultad de bellas artes, apareció en su vida un maestro en paralelo, que la orientó y aconsejó desde el primer momento. Hoy ella ha heredado su estudio, y no es casual que su hijo pequeño se llame Lucio Muñoz.

Madrugadora, desde muy temprano -a veces desde las seis- comienza a trabajar. A su estudio no se entra sin llamar. Tiene tiempo también para las tareas doméstica y cultivar sus flores. Ahora sale más, le encanta conocer en persona a artistas que admira su obra. Y también abrir su estudio a propuestas colectivas, como “Gabinete de Resistencia”. No se ha tomado mal pasar a ser una “resistente”, tras toda una vida con la galería Egam.

Ahora que para mí hace treinta años de casi todo, Montse vuelve a exponer en Pozuelo. En El Foro lo hizo en 1988 junto con Manuel Robledo y Pedro Morales Elipe, de la mano de Orcajo. Y es terrible, porque tengo un recuerdo tan vago e inconexo.

Casi es mejor así. Reconocerla, ir descubriéndola tras una conversación en el taller de José Rincón; tras el inolvidable I Gabinete de Resistencia charla que te charla con Diana Larrea y Eduardo Barco, y todos los que no paraban de llegar, reencuentro tras reencuentro.

Jesús Gironés

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