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Entrevista a Montse Gómez Osuna

 

Montserrat Gómez Osuna (Balsanery, 1964) es una pintora con una larga trayectoria en el arte. Trabajó con la galería Egam, hasta su cierre y hoy mueve su obra con los avatares propios de la autogestión. Tal como ella lo afirma, ‘se es artista emergente toda la vida’. Le interesa que los artistas de su generación sigan teniendo visibilidad, por lo que desde su taller promueve una vez al año el Gabinete de Resistencia, una cita imprescindible en la agenda madrileña.

Su flexibilidad y vitalidad la han llevado a experimentar con diferentes soportes, a los que trata con mimo dejándoles ser protagonistas también de la imagen. También ha explorado técnicas nuevas como la cerámica, -a la que se ha acercado recientemente-; y ha introducido en su obra paisajes de muchos lugares de los que va guardando un archivo y que en su obra son reinventados.

Esos paisajes resultan de fragmentos de unos que se entremezclan con partes de otros. En ellos hay elementos reconocibles como árboles, montañas, caminos, etc., en los que insertan formas geométricas y arquitectónicas. Estos paisajes son aparentemente reconocibles pero no parecen hacer parte de nuestro paisaje cotidiano; son misteriosos, silentes y en ellos parece que algo está a punto de suceder, pues transmiten la posibilidad de un acontecimiento cuya naturaleza y temporalidad se presumen innecesarias.

Montse tiene una exposición en curso en la Cafebrería Ad Hoc de Pozuelo con su obra más reciente. ¡No os la perdáis!

D.V. – Montse, ¿Cómo ha sido el recorrido que has tenido desde que te licenciaste hasta hoy?

M.G.O. – Muy poco tiempo después de licenciarme preparé un dossier para presentar a galerías e intentar hacer mi primera exposición individual. Lo conseguí muy rápido y en 1992 hice mi primera individual en Madrid con la Galería Egam, con la que estuve trabajando más de veinte años. Poco tiempo después participé en ARCO por primera vez con esta galería, que me llevaría en numerosas ediciones de la feria. En esta época nos presentábamos a muchos certámenes de pintura, era otra vía para darnos a conocer. Empezaron a seleccionarme en muchos de ellos y recibí bastantes premios y adquisiciones. Fueron muy buenos años de comienzo, además con una situación económica muy favorable para el coleccionismo.

Ahora la situación es muy diferente, no todos los artistas tienen galería que les represente e incluso teniéndola, hacemos muchas exposiciones y colaboraciones con distintas galerías y nuevos espacios expositivos. Además, desde hace no muchos años los propios artistas organizamos muchas actividades en nuestros propios estudios y funciona muy bien, a los aficionados al arte les resulta atractivo e interesante ver los espacios donde trabajamos. Así, el año pasado se celebraron en mi estudio el I y II Gabinete de Resistencia, dos exposiciones colectivas en las que participaron casi ochenta artistas y que fueron un éxito. Este evento artístico singular está organizado por David Heras, Sara Zambrana, el colectivo Fuera de Carta compuesto por Patricia Mateo y José Luis López Moral, y yo misma.

D.V. – ¿Por qué te decantaste por la abstracción?

M.G.O. – La verdad no tuve que elegir, fue algo muy natural. Desde el segundo año de universidad yo ya trabajaba en mi estudio buscando mi camino y lenguaje personales y desde el principio me decanté por la abstracción. No es una abstracción total, mi trabajo siempre ha tenido una fuerte vinculación con el paisaje, la naturaleza, lo orgánico…

D.V. – En tu trabajo, hay una limpieza en la imagen, una economía de elementos que favorecen a la vez el misterio y la imaginación.

M.G.O. – La economía de elementos es algo que ha ido surgiendo con el paso de los años, trato de decir lo que quiero con lo mínimo imprescindible. Conseguir acertar con pocos elementos me parece más difícil y me lo planteo como un reto. Esto no quiere decir que en ocasiones puntuales necesite composiciones más complejas donde hay más elementos, colores etc. La parte del misterio es algo que me fascina, yo veo este misterio en la propia naturaleza e intento transmitir esta sensación en mis trabajos. Me gusta implicar al espectador, provocar en él cierta sorpresa y a veces desasosiego.

D.V. – Tu obra explora el paisaje y a la vez la urbe. Surgen arquitecturas que aparecen como prótesis del paisaje, y naturalezas que se transforman en algo similar a dólmenes. ¿Es esto confrontación, interacción, comunión entre ambos mundos?

M.G.O. – Como bien dices me interesa el contraste entre el paisaje, lo natural que siempre es más lírico y amable y elementos geométricos más fríos que aparecen como algo inesperado y sorprendente. Los artistas tenemos todos nuestras obsesiones. Yo tengo especial fijación por ciertos edificios y construcciones, formas geométricas, torres eléctricas, grúas, puentes etc. No sabría explicarte el porqué. Me atraen!!

D.V. – Tus pinturas me hacen pensar también en el recuerdo, así como puede ser fidedigno, puede tener una parte de invención/ idealización.

M.G.O. – Nunca me ha gustado copiar, me aburre muchísimo. En los últimos años utilizo referencias de fotografías que yo misma hago, de lugares o elementos que me interesan. Pero son solo un punto de partida, el resto es pura invención, como dices son escenarios que recuerdo o que tal vez he soñado. Aunque no lo parezca por la economía de elementos, en mi trabajo hay una parte muy intuitiva que es importante para mí. Me dejo llevar y no necesito tener una explicación racional de por qué utilizo determinadas formas inesperadas, me funcionan y no me planteo más. De esta parte intuitiva del proceso de trabajo es de la que más disfruto.

Para mí hay una carga emocional palpable en esas imágenes a pesar de que en las obras hay una fuerte presencia de elementos geométricos y ese minimalismo del que hablábamos antes que impera.

Sí que hay carga emocional, al final no hacemos otra cosa que sacar lo que llevamos dentro. Recuerdo un consejo que me dio Lucio Muñoz hace muchos años; es más difícil provocar terror a plena luz del día y en silencio que en la oscuridad de la noche y con una música aterradora, me decía. Y es lo que intento, a simple vista mis cuadros pueden tener cierta belleza pero siempre hay algo más. Algo inesperado, inquietante, surrealista, solitario… Esta parte es la que tiene que descubrir el espectador.

D.V. – Es curioso que en tu obra has experimentado con soportes como la madera, el metacrilato, el aluminio pero nunca has pintado sobre lienzo, lino etc. ¿Por qué?

M.G.O. – En los primeros años de trabajo fue una elección técnica. Trabajaba con tableros tumbados sobre el suelo, donde utilizaba pintura muy aguada que necesitaba restregar, arrastrar, lavar etc., y esto no es posible sobre una tela. Con los años creo que se ha convertido en una manía casi física. No soporto que la base no sea rígida. Cuando trabajo sobre papel, también lo hago sobre un tablero o en el suelo buscando la misma rigidez. Los cambios de soporte han sido también por pura necesidad. Han surgido en momentos en los que necesitaba un cambio para no repetir una y otra vez algo que ya tenía controlado. Yo no puedo aburrirme trabajando, y los cambios de soporte te obligan a plantearte nuevas formas de trabajar y me han hecho evolucionar. De todas formas creo que se me reconoce siempre, sea cual sea el material que utilice.

D.V. – ¿Qué destacarías de la práctica de la pintura actual?

M.G.O. – La pintura siempre existirá, al margen de corrientes o modas. Desde que empecé siempre ha habido pintura interesante y la seguirá habiendo. No me preocupa que vengan rachas donde hay mucha fotografía, escultura, instalaciones etc. No se la razón de las modas, en cualquier disciplina artística hay cosas buenas, regulares y malas. Lo importante es que tengan calidad y con el paso de los años se ve claramente lo que vale la pena y lo que no. Esto no quiere decir que no me interesen estas disciplinas, al contrario, como espectadora veo y disfruto del trabajo de muchos artistas que no tienen nada que ver conmigo.

D.V. – En la actualidad estás probando con una técnica nueva, la cerámica.

M.G.O. – Mi único contacto con el modelado fue en los primeros años de facultad y recuerdo que no me interesó nada. Tenía tantas ganas de pintar que lo demás, solo quería quitármelo de en medio cuanto antes. Pero hace unos años empezó a rondar por mi cabeza probar con el barro y este año por fin me decidí. Ha sido una sorpresa para mí, solo tocar el barro con las manos es maravilloso. Además al ser algo en lo que no tengo experiencia, me permite trabajar con mucha frescura, de una forma muy directa y estoy disfrutando mucho. Luego está la parte técnica que es muy compleja y requiere mucho tiempo y que espero poder ir controlando en el futuro.

D.V. – De las distintas etapas de tu producción, ¿Cuál es la que más satisfacciones te ha dado?

M.G.O. – Tengo muy buenos recuerdos de los primeros años de exposiciones pero en todas las etapas ha habido muchos momentos buenos. Me refiero a lo que disfruto en el estudio, al margen de lo que pase fuera de él, tenga o no exposiciones a la vista, venda más o menos. Intento que lo que pasa fuera no afecte a mi trabajo y a las ganas de seguir buscando y disfrutando. Después de muchos años, se que no puedo vivir sin mi trabajo, es parte de mí.

D.V. – ¿Cómo inscribes tu práctica artística en el contexto feminista actual, el fenómeno #metoo, etc.?

M.G.O. – Yo me considero feminista desde siempre. Me alegro mucho de que estemos luchando por tener las mismas oportunidades, se nos tenga en cuenta y se nos respete igual que a nuestros compañeros. Queda mucho por hacer. Pero mi trabajo no tiene una iconografía feminista reconocible y por ello me quedo fuera de muchos proyectos actuales. El hecho de que no sea reconocible no significa que sea menos feminista que las demás y admiro el trabajo de muchas de ellas que trabajan sobre el feminismo desde hace muchísimos años. Intentar transformar mi trabajo para subirme a ese carro, me parecería un error. Como decía antes hay arte feminista bueno, regular y malo. De todas formas, ojalá que todo lo que se está haciendo sirva para que la cuota de artistas en galerías, ferias etc., no sea tan injusta como ahora.

D.V. – ¿Qué cambios remarcables ves entre tu generación de artistas y la actual? ¿Piensas que hay un diálogo?

M.G.O. – Creo que hay buenísimos artistas en la generación que me sigue y yo personalmente conozco a muchos de ellos y sigo su trabajo. Es importante estar informado y al día de lo que se cuece. En cuanto a las dificultades que tenemos para poder sobrevivir con nuestro trabajo, siguen siendo las mismas o tal vez sea un poco peor ahora. Con las crisis han desaparecido muchas ayudas para artistas y el coleccionismo, que en España nunca fue fuerte, va a peor. El panorama no es muy alentador pero no por ello nos vamos a rendir. Otro problema grande de mi generación es que a la hora de elegir artistas para proyectos, hay una obsesión desmesurada por el arte joven. Debería dar igual la edad que tengas, debe haber sitio para todos, mientras el trabajo tenga calidad. En España por desgracia somos emergentes toda la vida. En otras profesiones se valora la experiencia, en la nuestra parece que es al contrario.

D.V. – Has probado la gestión cultural, ¿cómo ha sido esta aventura?

M.G.O. – Si, hace unos años organicé una exposición en mi estudio con otras dos buenas artistas y esto fue el comienzo de lo que vino después. Tengo la suerte de tener un estudio espectacular y algunos compañeros me animaron a darle otro uso. Hemos organizado varios encuentros y exposiciones que han salido muy bien. Mi casa está a menudo llena de artistas, somos inquietos y van surgiendo proyectos e ideas para el futuro. De lo que se trata es de compartir experiencias, apoyarnos unos a otros y por supuesto, pasarlo bien. Seguiremos trabajando en nuevos proyectos.

D.V. – ¿Qué proyectos vienen para ti el próximo año?

M.G.O. – Ahora mismo tengo colgada una exposición individual en La Cafebrería ad Hoc, en Madrid, un espacio muy especial con libros muy escogidos, presentaciones literarias, tertulias etc. Al final del otoño estoy organizando una exposición en mi estudio con una selección de obras mías de todas las épocas. Hay algún proyecto más que todavía no está cerrado del todo y en primavera participaré en la colectiva «Sueños y Camas» que organiza María Bueno sobre los sueños y el tiempo, en el Ateneo de Málaga. También en primavera se celebrará el III Gabinete de Resistencia en mi estudio

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