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Montserrat Gómez-Osuna desdibuja la realidad a partir de su conexión con la naturaleza

  • La pintora Montse Gómez-osuna es un espíritu libre, una artista sin galería que plasma su verdad sobre la tabla y el lienzo desde un estudio en Madrid con su propia historia.

 

Con calcetines a rayas de colores y cigarrillo de liar en mano, Montse Gómez Osuna (Balsanery, 1964) pasea por las estancias bañadas de luz natural de su hogar. En las paredes apenas hay espacios libres. De ellas cuelgan obras y obras de artistas de su generación. Un cuadro de Lucio Muñoz, pionero de la abstracción y antiguo inquilino, preside el salón.

En el que fuera el estudio de su suegro, Gómez Osuna se sienta frente a una de sus últimas creaciones y, con un lápiz, da unos retoques al cuadro. Sobre la madera, una playa bañada por la luz del amanecer y un edificio esmeralda en el horizonte. O eso parece. «¿Cómo se llama la obra?» «No tiene nombre», responde.

A Gómez Osuna no le gusta nombrar los frutos de su trabajo. De hecho, le molesta mucho que sus pinceladas se asemejen a la realidad. «No quiero dar pistas». Prefiere no ponérselo fácil al observador y dejar la puerta abierta a especulaciones. Mientras pinta, bebe de esa «sensación de misterio, de no saber muy bien qué estoy haciendo».

«Absolutamente libre»

 

Para ella, la pintura abstracta es la llave para crear algo auténtico. Es un proceso intuitivo, de prueba y error, del que surgen múltiples formas, hasta dar con lo que se adecúa a su verdad. «Hay una parte irracional de dejar fluir lo que va apareciendo, y luego hay otra parte racional, que es la que ordena», explica. Y, en ocasiones, el espectador conecta con esa realidad. «Me parece mágico que alguien se meta en tu mundo y lo entienda, aunque no lo vea exactamente igual que tú», declara.

En el arte hay modas. En la época de la pintura figurativa y del artista multidisciplinar, Gómez Osuna prima la honestidad consigo misma. Desde 1991, año de su primera exposición individual, continúa desdibujando la realidad sobre la tabla. «Si te dedicas a algo creativo tienes que ser absolutamente libre», asegura. Así, su lenguaje es la pintura y el dibujo. Su inspiración la literatura, la música y viajar. Las tres fuentes donde carga sus pilas y se nutre de información, que después se manifiesta en sus obras, aunque ella misma reconoce que «no es fácil identificar de qué manera».

En cualquier colectiva, es común encontrar más hombres que mujeres. Gómez Osuna no sabe el motivo, pero tiene claro que «cuentan menos con nosotras». Ella lo ha vivido en su propia piel. Cuando dio a luz a su segundo hijo, la galería con la que trabajaba «la apartó un poco, pensando que no iba a ser capaz de seguir trabajando al mismo ritmo», explica. Sin embargo, a los veinte días de nacer cada uno de sus tres hijos, la pintora cuenta que «necesitaba salir de casa, olvidarme de ellos y seguir con mi trabajo».

Desde 2014, tras el cierre de su galería EGAM, Gómez Osuna va por libre. Es una artista disciplinada. Todos los días, antes de que el reloj marque las nueve, ya está en el estudio, donde su creatividad baila al son de la música clásica. Aunque admite que hay que descansar. Es necesario «separarse de la obra, tomar distancia y darte cuenta de si te interesa o no». Si no está satisfecha, no duda en borrar sus tableros con agua caliente. «Destruyo cosas y luego vuelvo a empezar».

En su estudio custodia algunas de sus obras más antiguas. Entre ellas, una figura carmesí sobre metacrilato, que evoca la sexualidad. Porque cuando se satura, la pintora cambia de soporte. «No te sirve lo mismo, las mismas formas o los mismos colores, te obligas a buscar cosas nuevas», explica. Pero no le gusta forzarse. El cambio solo puede ser por «pura necesidad, no algo artificial», aclara.

 
Pasión por el paisaje

 

Si no se hubiese dedicado al arte, Gómez Osuna sería paisajista. Así lo demuestra el frondoso jardín que rodea su casa, donde ha plantado un huerto, que cada vez invade más el césped. «Tengo una conexión muy fuerte con el paisaje», explica. La naturaleza es un tema recurrente en sus obras. Fascinada por el mundo vegetal, adora pasear por el monte y en sus viajes siempre incluye una escapada al jardín botánico. «Noto que conecto con las plantas», deja escapar entre risas.

A pesar de no tener ninguna exposición individual a la vista, Gómez Osuna trabaja con energía. Esa misma intuición que la guía en el proceso de creación predice que la recompensa por el esfuerzo de los últimos años está cerca.

 
Resistir sin galerías

 

El tiempo no ha transformado el estudio de Lucio Muñoz, pero no por ello se desaprovecha. El pasado 20 de octubre Gómez Osuna abrió las puertas de su casa para la primera edición de Gabinete de Resistencia, un proyecto organizado por 44 creadores de una generación que vive una «situación complicada». Para los artistas de media carrera se trata de «intentar sobrevivir, es de locos», confiesa Gómez Osuna. Muchos artistas, como ella, no tienen una galería que cubra sus espaldas. La pintora, que siempre ha estado al otro lado, lleva tres años organizando sus propios proyectos. ¿La parte buena? «Surgen cosas nuevas muy interesantes». Como Gabinete de Resistencia, un formato distinto a las exposiciones de las galerías, con un valor añadido: «A los aficionados y a los coleccionistas les gusta meterse en el estudio, ver los pinceles sucios». El proyecto, bajo la premisa de paridad entre hombres y mujeres, fue un éxito. En un solo día acudieron más de 200 personas. La siguiente edición quizá llegue antes de verano.

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